Llamémoslo Aburrimiento {Lorreine}

Aburrimiento. Sí, esa era la palabra. Más aún, no se me ocurría una mejor capaz de describir lo que sentía en aquel momento.
No es que Forks no me gustara. A decir verdad, los Von Rosse no habíamos estado en un pueblo mejor o que nos diera más libertad. Lo cierto era que el hecho de que pareciese permanentemente encapotado día sí, día también, para los humanos podía ser un fastidio, pero para nosotros, depredadores de piel de diamante, era fantástico. Apenas un día o dos no podíamos salir.
Pero Forks resultaba demasiado... aburrido. No sé, siempre igual, monótono. Sin nada interesante. Quizá podíamos "divertirnos" con esos Cullen, o más aún con esos licántropos. Pero, no sé...
De todas formas, ya estaba aquí, en Rumanía. Era un lugar bonito, oscuro y misterioso. ¿Ocurriría algo si me cruzaba con el clan o la guardia de este lugar? En verdad, tampoco me importaba demasiado.
Paseé por las calles sin rumbo fijo, esperando a darme de bruces con algo que me sacara de aquel profundo aburrimiento.

En los últimos días había encontrado varios ratos libres en mi horario... Y honestamente no sabía qué hacer. Nunca había sido una persona de salir mucho, siempre había preferido quedarme en casa.
Pero, aburrida de perder el tiempo y de no saber qué hacer, me decidí a salir a caminar un rato.
Mientras caminaba por las calles, identifiqué por el olor a un vampiro desconocido. Alerta, comencé a prestar más atención a todo el que pasaba por mi lado.
Finalmente, localicé a la persona que estaba buscando. Era una vampira... Me acerqué a ella sin decir nada.

Tal y como en un momento había pensado, no tardó mucho en presentarse ante mí un miembro de los Romanof. Aunque, bueno, más que presentarse, yo diría plantarse, pues simplemente se mostró ante mí sin mediar palabra.
Me sentí incómoda de pronto. ¿Cómo se supone que debía hablar a un miembro de la guardia de los reyes vampíricos?
- Buenas tardes -saludé educada y cordialmente, después de todo este era su territorio, debía comportarme. Y quién sabe, contar con contactos en Rumanía nunca vendría nada mal-. Mi nombre es Natalia Von Rosse. Debéis de ser miembro de los Romanof, si mi intuición no me falla -indagué. ¿Qué otro vampiro sino andaría rondando por Rumanía?
La observé de arriba a abajo. Si era miembro de la guardia de los reyes, debía ser poderosa. Me pregunté qué clase de don tendría... aunque lo más probable era que no me interesase descubrirlo. Al menos, no en mis propias carnes.

Observé a la desconocida atentamente sin emitir palabra alguna. Se presentó cordial e inmediatamente. En cada movimiento, en cada palabra, se notaba la cautela con la que me trataba. Aquella vampira parecía inteligente, puesto que notó al instante que era miembro de la Guardia Rumana.
Sin embargo, no me gustaba en absoluto la forma en la que me observaba...
-Buenas tardes, Natalia, gusto en conocerte-le dije. Sin importar quién era, nunca debía olvidarme de los modales.
-Mi nombre es Lorraine, y tal como mencionaste, soy de la Guardia Romanof...